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En medio de la coyuntura causada por las protestas del 11 de julio, la dictadura cubana recibió una inesperada bocanada de oxígeno, que le ayudó a liberar la presión social acumulada en la isla.
Mientras las declaraciones públicas de la administración Biden condenaban la brutal represión desatada por el régimen contra los manifestantes del 11j, las acciones de Washington facilitaron un éxodo masivo a través de Centroamérica, que supera a los 125 mil que vinieron por el puerto del Mariel en 1980.
Con la complicidad del dictador nicaragüense, Daniel Ortega, más de 140 mil cubanos entraron a Estados Unidos en siete meses, al aprovechar la política de fronteras abiertas de la actual administración estadounidense, mientras que otros miles se lanzaron al mar para intentar alcanzar las costas de la Florida.
Asimismo, Biden revirtió una serie de fuertes sanciones de la era Trump y le dio nuevo oxígeno financiero a la dictadura.
Este segundo deshielo, aunque sin llegar al nivel de la era Obama, llegó en un inoportuno momento cuando la dictadura llevó la represión en el último año a escalas no vistas en décadas.
Cumplía así Biden una de sus promesas de campaña de retomar un acercamiento con La Habana.
Pero al mismo tiempo, incumplía otra promesa, cuando aseguró que, para cualquier medida en relación con Cuba, tendría en cuenta la opinión de todos los sectores del exilio.
FUENTE: Jorge Morejón | americateve.com
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