El programa 60 Minutes, de la cadena CBS, dedicó el domingo un segmento a analizar el daño causado a Estados Unidos por Ana Belén Montes y Víctor Manuel Rocha, quienes espiaron a favor del régimen cubano desde altas posiciones del gobierno norteamericano.
Montes, nacida en Alemania, de padres puertorriqueños, trabajó 17 años para La Habana desde su posición de analista principal de la política hacia Cuba del Pentágono, mientras que Rocha, de origen colombiano y diplomático de carrera, pasó cuatro décadas al servicio de la dictadura.
La información que ambos compartieron con el régimen abarcaba no sólo la política estadounidense hacia la isla, sino planes secretos relacionados con otros países, que la inteligencia cubana vendió a los enemigos de Washington por todo el mundo, según expusieron en el programa el ex agente del FBI Peter Lapp, el ex analista de la CIA Brian Lattel y el ex oficial de la inteligencia cubana José Cohen.
El espionaje cubano no es sólo una reliquia de la Guerra Fría. Es un peligro real y presente para la seguridad nacional de Estados Unidos y la venta de esos secretos se han convertido en la principal exportación de la isla, según coincidieron Lapp, Lattel y Cohen.
A lo largo de 17 años de servicios para la dictadura, reveló la existencia de un programa satelital ultrasecreto utilizado por Estados Unidos para espiar a otros países.
También le dio a La Habana los nombres de 450 funcionarios de inteligencia estadounidenses que trabajan en asuntos latinoamericanos, incluidos cuatro oficiales encubiertos estacionados en Cuba.
Apodada “La Reina de Cuba”, Montes fue condenada a 25 años de cárcel y fue liberada en enero del 2023.
Rocha, por su parte, se declaró culpable en abril pasado y sentenciado a 15 años de prisión.