Durante más de una década, Jennifer Pamplona, una modelo e influencer brasileña, vivió en una búsqueda obsesiva por parecerse a su ídola, Kim Kardashian. Este viaje, impulsado por el deseo de emular a la famosa celebridad, la llevó a someterse a más de 40 procedimientos estéticos, gastando más de un millón de dólares. Sin embargo, lo que comenzó como un sueño de fama y perfección física se convirtió en una pesadilla que dejó cicatrices permanentes en su cuerpo y en su vida.
Pamplona inició su transformación a los 17 años, convencida de que la clave para alcanzar la felicidad y el éxito radicaba en parecerse a Kardashian. Durante los siguientes 12 años, se sometió a una serie de intervenciones que incluyeron tres rinoplastias, múltiples aumentos de glúteos, liposucciones, rellenos faciales e incluso la remoción de costillas. “Quería ser la próxima Kim Kardashian”, confesó Pamplona en una entrevista a Caters News.
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Aunque su transformación le ganó una gran cantidad de seguidores en redes sociales y una atención mediática constante, Pamplona pronto se dio cuenta de que la felicidad que buscaba no estaba en el bisturí. “Descubrí que estaba adicta a las cirugías y no era feliz. Estaba poniéndome relleno en la cara como si estuviera en el supermercado”, admitió a The Sun. El constante ciclo de operaciones afectó su vida personal y profesional y la redujo a ser reconocida únicamente por su parecido con Kardashian, dejando de lado sus propios logros y su identidad.
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