Vivir rodeado de lujo puede ser el sueño de muchos, pero para Orlando Capote ha sido más bien un dolor de cabeza.
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SUSCRIBITEVivir rodeado de lujo puede ser el sueño de muchos, pero para Orlando Capote ha sido más bien un dolor de cabeza.
En 1989, Orlando se mudó con sus padres a una casa en una tranquila y soleada calle del suroeste de Miami, sin imaginar que 25 años después él y su propiedad entrarían en disputa con un gran consorcio inmobiliario. "Cuando llegamos a este país en 1969, la renta era como de US$150 o US$200 al mes, pero subía y subía. Y mi papá siempre quiso tener una casa. Es el sueño americano y uno trabaja para alcanzar ese sueño", recuerda Capote.
La modesta vivienda de un solo nivel en la calle Coconut Grove Dr., a unas cuantas calles del centro de Coral Gables, se convirtió en el epicentro de una batalla contra el desarrollo inmobiliario.
Ahora, rodeado de los lujosos edificios de The Plaza, un complejo de US$600 millones que incluye un hotel, restaurantes, tiendas exclusivas y departamentos residenciales, Capote se siente atrapado.
Capote acusa al gobierno de Coral Gables de dar todas las facilidades a una firma inmobiliaria a costa de sus derechos y de su acceso a los servicios públicos. Después de casi dos décadas de disputas y presiones, está más decidido que nunca a no marcharse.
En una zona residencial de Coral Gables, Orlando y su familia se establecieron en 1989. Con el tiempo, fueron rodeados por desarrollos inmobiliarios que transformaron la zona.
Rafael "Ralph" Sánchez, un conocido inversionista de Coral Gables, comenzó a adquirir terrenos en el bloque donde vivían los Capote. Las demoliciones comenzaron, pero la familia se negó a vender su propiedad.
En medio de la construcción masiva de The Plaza Coral Gables, en 2019, ocurrió una tragedia. La madre de Capote sufrió una caída en casa y los servicios de emergencia tuvieron dificultades para llegar debido a los bloqueos en la calle.
Capote denuncia que se violaron sus derechos de acceso a los servicios de emergencia y que las modificaciones en el entorno impidieron el rescate de su madre.
A pesar de las dificultades, está decidido a quedarse en su casa.
"Me han preguntado si me he vuelto cínico. No tienen idea de cuán cínico me he vuelto. Pero de cierta forma nunca he perdido la fe. Después de todo, este es un país de leyes. Y hay que seguirlas. Si no se destruye la ciudad, el condado, el país...", afirma Capote.
A pesar de las adversidades, Capote no piensa vender su casa. "Déjame a mí en mi casa, con mis recuerdos y con la mata de mango que ya no da mangos", concluye.
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