Egipto y Qatar —que han mediado en acuerdos anteriores entre Israel y Hamás— elaboraban una propuesta de múltiples etapas para tratar de superar las diferencias, dijo el funcionario.
Los reservistas israelíes preparaban el lunes explosivos para demoler dos edificios de las afueras del campo de refugiados Maghazi, en el centro de la Franja de Gaza y cerca de la frontera con Israel, cuando un combatiente lanzó una granada propulsada por cohete contra un tanque cercano. El estallido detonó los explosivos e hizo colapsar los edificios de dos pisos sobre los soldados.
La prensa israelí dijo que los soldados trabajaban para crear una zona de protección informal, de aproximadamente un kilómetro (0,6 millas) de ancho a lo largo de la frontera para evitar que los combatientes atacaran comunidades israelíes cercanas a Gaza. El portavoz militar Daniel Hagari dijo que la misión era demoler los edificios para “crear las condiciones” que permitirían a los residentes del sur volver a sus hogares.
Estados Unidos ha dicho que se opondrá a cualquier intento por parte de Israel para reducir el territorio de la Franja de Gaza.
Durante la guerra, las fuerzas israelíes han utilizado detonaciones controladas para destruir estructuras que, según las fuerzas militares, ocultan túneles de Hamás o han sido utilizadas por los combatientes como posiciones de tiro —una de las razones de la destrucción masiva causada por la ofensiva terrestre. Las explosiones han destruido cuadras completas de la ciudad, complejos de apartamentos, edificios gubernamentales y universidades, lo que ha aumentado los temores de los palestinos de que el territorio quede inhabitable.
Por lo menos 217 soldados han muerto desde que comenzó la ofensiva terrestre a finales de octubre, incluidos tres que fallecieron en un acontecimiento aparte el lunes, de acuerdo con las fuerzas armadas.
Netanyahu admitió en redes sociales que era “uno de los días más duros” de la guerra, pero prometió seguir con la ofensiva.
“Estamos en medio de una guerra que está más que justificada. En esta guerra, estamos registrando grandes avances, como rodear Jan Yunis, y también hay pérdidas muy sensibles", dijo más tarde en un video.
Israel lanzó su ofensiva luego de que Hamás cruzó la frontera el 7 de octubre y mató a más de 1.200 personas, tomando a otras 250 como rehenes. Más de 100 personas fueron liberadas en noviembre como parte de un cese del fuego de una semana.
La ofensiva ha causado muerte y destrucción generalizada, con un saldo de al menos 25.490 muertos —la mayoría de ellos mujeres y niños— y otros 63.354 heridos, de acuerdo con el Ministerio de Salud de Gaza. Su recuento no distingue entre civiles y combatientes. Aproximadamente el 85% de los 2,3 millones de habitantes de Gaza han tenido que abandonar sus hogares en una crisis humanitaria que ha dejado a una cuarta parte de la población en peligro de inanición.
Mientras los combates continúan en la vecina Jan Yunis, testigos dijeron que en los últimos días han ingresado soldados y tanques a partes de Muwasi. Previamente, las fuerzas armadas le habían dicho a los palestinos que se refugiaran en la pequeña zona rural de la costa del Mediterráneo, señalando que no sería objeto de operativos militares.
El lunes, las fuerzas irrumpieron en el Hospital Al Khair, que se encuentra dentro de dicha zona, y atacaron la cercana Universidad de Al Aqsa, donde se resguardaban algunos desplazados, de acuerdo con funcionarios de salud.
El avance provocó que las familias que habían huido de los combates en otras partes del territorio tuvieran que volver a escapar, dijo una testigo Aseel al-Muqayed. Una de las principales avenidas “había estado llena de personas desplazadas, y difícilmente se podía encontrar un sitio sin una tienda de campaña. Ahora, la zona está prácticamente vacía", señaló, añadiendo que había visto tanques estacionados cerca del lugar.
Al-Muqayed, de 21 años de edad, se ha visto obligada a desplazarse varias veces desde que su familia evacuó del norte de Gaza. Se mudaron en repetidas ocasiones, huyendo de los bombardeos —su hermano menor y un primo fallecieron en un ataque que impactó uno de sus refugios— y eventualmente terminaron en Jan Yunis. Llegó a Muwasi hace varios días, enterándose de que había electricidad para cargar el teléfono de su madre, y ahora tiene miedo de volver a mudarse.
“No hemos podido dormir en dos noches porque los ruidos de los tanques, los disparos y las explosiones están muy cerca”, comentó.
Dentro de Jan Yunis se registraban intensos combates en torno de los dos hospitales principales. La artillería impactó el cuarto piso del Hospital Al-Amal, dejando un muerto y 10 heridos, de acuerdo con Raed al-Nems, portavoz del servicio de rescate de la Media Luna Roja Palestina que opera la instalación.
La artillería también impactó el lunes una escuela de la ONU en la ciudad que albergaba a personas desplazadas, dejando al menos seis muertos, de acuerdo con la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos, conocida como UNRWA por sus siglas en inglés.
La ofensiva israelí se ha enfocado durante semanas en Jan Yunis y en varios campos de refugiados en zonas urbanas del centro de Gaza, luego de que las fuerzas armadas afirmaron que prácticamente han derrotado a Hamás en el norte del enclave.
Israel cree que los comandantes de Hamás podrían estar escondidos en túneles debajo de Jan Yunis, la ciudad natal del máximo dirigente del grupo en Gaza, Yehya Sinwar, de quien se desconoce su paradero.
La creciente cifra de muertos y la grave situación humanitaria han desatado una mayor presión internacional sobre Israel para que reduzca la intensidad de su ofensiva y acepte una vía para la creación de un Estado palestino al término de la guerra. Estados Unidos, que ha proporcionado ayuda militar crucial para la ofensiva, se ha sumado a esos llamados.
Pero Netanyahu, cuya popularidad se ha desplomado desde el 7 de octubre y cuya coalición de gobierno está comprometida con partidos de extrema derecha, ha rechazado ambos pedidos.
En su lugar, ha dicho que Israel necesitará expandir sus operativos y eventualmente tomará el control del lado de Gaza en la frontera con Egipto —una zona donde hay alrededor de 1 millón de palestinos hacinados en refugios desbordados que son gestionados por la ONU, así como en en extensos campamentos de tiendas de campaña.
Esto provocó una furiosa protesta por parte del gobierno egipcio, que rechazó las afirmaciones israelíes de que Hamás trafica armas a través de la frontera, la cual está fuertemente vigilada.
Diaa Rashwan, director del Servicio de Información del Estado de Egipto, dijo el lunes que cualquier acción israelí para ocupar la zona fronteriza “representaría una grave amenaza” a las relaciones entre ambos países, que firmaron un histórico acuerdo de paz hace cuatro décadas. Egipto también está profundamente preocupado ante cualquier posible afluencia de refugiados palestinos hacia su península del Sinaí.
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Magdy informó desde El Cairo y Jobain desde Rafah, Franja de Gaza. La periodista de The Associated Press Melanie Lidman en Jerusalén contribuyó a este despacho.
FUENTE: Associated Press