“¡No voy a dimitir! ¡No voy a dimitir! ¡No voy a dimitir!”, repitió en varias ocasiones durante una Asamblea Extraordinaria de la RFEF, convocada tras el escándalo por el beso en la boca que le dio a la jugadora Jenni Hermoso, durante las celebraciones por el título de España en el Mundial femenino, en Australia.
Rubiales tomó esa decisión, después de conocer las primeras conclusiones de la investigación realizada por la RFEF sobre lo sucedido en Sidney.
Dicho informe determinó que “no existió conducta que invite a concluir que se forzó, violentó o agredió” a Hermoso.
Pese a su renuencia a dimitir, su continuidad en el puesto queda ahora en manos del Consejo Superior de Deportes, que elevará las denuncias recibidas al Tribunal de Arbitraje Deportivo.