La noticia disparó bruscamente las acciones de Wells Fargo el jueves, al tiempo que los inversores especulaban que el banco, que durante años ha estado bajo estricta vigilancia de los reguladores, podría reconstruir su reputación y empezar a crecer nuevamente.
La Oficina del Contralor de la Moneda, el regulador de grandes bancos nacionales como Wells Fargo, rescindió el jueves su decreto de consentimiento que había estado vigente desde septiembre de 2016. El acuerdo exigía que Wells revisara la forma en que vendía productos financieros a los clientes y brindara protecciones adicionales al consumidor, así como protecciones de empleados para denunciantes.
Después de una serie de investigaciones periodísticas y regulatorias en 2016, se descubrió que Wells Fargo tenía una cultura de ventas tóxica que presionaba a los empleados para que vendieran múltiples productos a los clientes aunque dichos productos no fueran necesarios. Se abrieron millones de cuentas no autorizadas, lo que empañó gravemente la reputación de Wells Fargo, que alguna vez estuvo entre los bancos más destacados del sector.
Desde que estalló el escándalo, Wells Fargo renovó su junta directiva y su administración, pagó más de 1.000 millones de dólares en multas y sanciones y pasó ocho años tratando de mostrar al público que sus malas prácticas habían quedado atrás. Los empleados han comenzado a sindicalizarse en algunas sucursales, con poca oposición por parte de la gerencia.