Hace justamente cinco años, tras el paso del huracán María por la isla, Ivette Cuadrado Aponte, perdió todas sus pertenencias y, con ellas, el esfuerzo y sacrificio de una vida. Hoy, sin poder contener las lágrimas, no solo revivía aquellos días amargos y de tanta desolación, sino que le toca –junto a su familia- comenzar de nuevo.
“Yo ahora mismo tengo 50 años y por lo menos para mí no es la primera vez que vivo esto… pero para mis hijos esta es la segunda. La primera vez fue María, que a nosotros se nos metió también el agua y lo perdí todo”, recordó entre lágrimas.
Eran cerca de las 12:00 del mediodía de hoy, martes, cuando Cuadrado Aponte, junto a sus hijos, esposo y familiares y amistades, removía por baldes el fango que cubría la casa en el sector La Pachanga de Toa Baja, donde el nivel del agua del río La Plata llegó a alcanzar los seis pies. Todo este esfuerzo lo hacían sin servicio de agua potable. Sus ropas y zapatos también están cubiertos de lodo.
La escena se repetía a lo largo de toda la calle. Montañas de enseres y muebles inservibles cubrían largos tramos de la acera del área residencial ubicada en el casco urbano. Algunos recogían el fango con la pala y en una carretilla lo llevaban el área verde frente a las residencias. “Perdí nevera, estufa, freezer, juego de cuarto, los mattress, materiales educativos, compra, muebles, televisores y ropa de cama”, contó Cuadrado Aponte.
Las cosas que depositaban en la acera a la espera de que personal municipal las recogiera para desecharlas, Cuadrado Aponte las adquirió hace cinco años con la ayuda que recibió de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias(FEMA). “Al tú ver que los portones (de la marquesina) se abren, que se van las cosas tuyas, pues, es impresionante, es bien impresionante”, comentó.
“Lo único que no se perdió fue un gabinetito que yo tengo en la cocina, que ahí había la potería que era lo que yo había comprado”, agregó.
A unos pasos de Cuadrado Aponte estaba María Pedroza que intentaba limpiar la casa de sus padres. “Estoy tratando de recuperar lo que puedo y lo que no, pues, botarlo”, comentó Pedroza. “Es bien difícil porque no hay más nadie, solo soy yo. Mi mamá tiene indicios de Alzheimer y estas cosas la trancan y mi papá es ciego y está encamado”, comentó.
Los vecinos sacaron todas las pertenencias y enseres dañados a las aceras para ser recogidos por personal del Municipio de Toa Baja.
A ambos, dijo, se los llevó a su apartamento en el residencial El Toa, donde vive desde el 2018 tras perder su vivienda en el barrio Candelaria, en Toa Baja, a causa del huracán María. “Después que mi familia esté bien, yo estoy contenta. Esto es material, pero me da pena porque perdí las dos camitas de posiciones que les tengo”, expresó.
Poco a poco ha comenzado a levantar una segunda estructura sobre la casa de sus papás con la idea de refugiarlos allí en momentos de emergencias como la que ocurrió este fin de semana, pero la escalera que da acceso al segundo nivel es en madera y no es segura. Tras retirar las pertinencias de sus progenitores se moverían a sacar las cosas de su hijo, quien vivía en un apartamento en la parte posterior de la residencia principal.
“Al menos al carrito del nene no le pasó nada”, señaló.
El alcalde de Toa Baja, Bernardo “Betito” Márquez, estimó que unas 4,000 viviendas resultaron con daños, principalmente en las zonas de Toa Baja Pueblo, Ingenio y Campanillas, pero no descartó que ese número pueda incrementar. “Es triste y de verdad que cuando tú tienes la imagen de María y hay una recuperación poco a poco y ahora coges el cantazo cinco años después, créeme que es bien difícil”, comentó el ejecutivo municipal.
“Lo otro que estamos haciendo es recogiendo las historias, nuevamente, de nuestra gente y ayudándolos”, expresó Márquez.
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Muchas viviendas quedaron en las mismas condiciones que la casa de Ivette Cuadrado tras la crecida del río La Plata a consecuencia de las fuertes lluvias provocadas por el huracán Fiona.
Hoy, martes, el Municipio movió sus brigadas municipales al casco urbano y les solicitó a las personas perjudicadas que sacaran a la calle los muebles y enseres afectados para así poder recogerlas y desecharlas. Una de las que estaba en estas labores era Glorimar Rosado, madre de una adolescente de 14 años y con cuatro meses de embarazo.
“Esto ha sido una pesadilla, un desastre que no se lo deseo a nadie”, expresó mientras intentaba limpiar el hogar. La emergencia, dijo, la pasó en el hogar de su mamá en Barranquitas, pero sabía que el panorama al llegar a su hogar en Toa Baja no sería alentador. “El alcalde en todo momento mantuvo informado al pueblo a través de las redes sociales y cuando avisó que sonarían las sirenas, ya yo sabía que no había break ”, contó.
Rosado perdió alfombras, colchones y muebles, incluyendo la cuna que había comprado para la bebé a quien ya le tenía parte del cuadro preparado. “Cuando abrí la casa lo que hice fue llorar, llorar y llorar”, señaló. “Cuando yo llegué, la impresión de ver la cuna y la sala de atrás fue grande. Fue un cantazo duro, duro, duro, pero duro de verdad”, expresó, al añadir que su papá también perdió sus pertenencias.
FUENTE: elnuevodia.com