Un reportaje del periódico oficial Escambray ha revelado que pacientes con cáncer en Sancti Spíritus deben pagar hasta 70,000 pesos cubanos de manera informal para acceder a tratamientos de radioterapia, que deberían ser gratuitos en el sistema de salud pública. Estas denuncias evidencian la creciente corrupción y precariedad en el sistema sanitario cubano .
El artículo, titulado “La angustiosa odisea de los medicamentos” y firmado por la periodista Mary Luz Borrego, reconoce abiertamente la existencia de pagos “a discreción” dentro del propio sistema de salud pública. Aunque el reportaje intenta proyectar una imagen de sensibilidad institucional, lo que termina revelando es el colapso estructural del sistema sanitario cubano, donde los pacientes no solo enfrentan la escasez de medicamentos básicos, sino que deben recurrir a redes informales o pagar sumas exorbitantes por servicios que oficialmente son gratuitos.
Según estadísticas del Departamento de Medicamentos de la Dirección Provincial de Salud, en Sancti Spíritus solo está cubierto el 50% del cuadro básico, con faltantes en casi todos los grupos farmacológicos: antibióticos, antihipertensivos, analgésicos, antihistamínicos, psicofármacos, esteroides, anticonvulsivantes, cremas y medicamentos del “tarjetón” para enfermedades crónicas. La carencia no se limita a las farmacias: también afecta gravemente a los hospitales, donde escasean desde bránulas, jeringuillas, bisturíes y sondas, hasta catéteres y citostáticos, esenciales para pacientes oncológicos.
En este contexto, el sistema público ha quedado reducido a una red de precariedad donde, como señala el propio reportaje, las buenas intenciones no bastan para salvar vidas. La falta de insumos afecta incluso los exámenes de laboratorio y de anatomía patológica, debido a la ausencia de reactivos y componentes fundamentales.
En muchos casos, los medicamentos ofertados no tienen precio fijo ni garantía de autenticidad. El Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (CECMED) ha advertido sobre los riesgos de consumir fármacos falsificados, que ya han causado afectaciones serias a la salud de varios pacientes. No obstante, para muchas familias, la única opción disponible es arriesgarse en medio de una carencia generalizada en todo el país.
El reportaje también menciona como “logro” que el país sigue priorizando la producción de medicamentos naturales y homeopáticos, así como la atención a programas materno-infantiles y enfermedades crónicas. Pero ese discurso oficialista bastante manido no logra esconder la realidad: una atención sanitaria empobrecida, degradada y profundamente desigual, donde los más vulnerables pagan con su salud y su vida las consecuencias de un sistema colapsado.